domingo, 7 de noviembre de 2010

Se dice de ella que puede ser tan feliz que puede llegar a descongelar la tristeza de un tirón, separarla y resquebrajarla.
Que su sonrisa es siempre sincera e indescriptiblemente natural, que le gusta soñar, imaginar sus días del presente, sus días del pasado e incluso del futuro.
Le encanta que el sol sea el primero en despertarla cuando esta plácidamente dormida, y que sus cabellos dorados bailen al son del viento.
Vive por y para caminar, para recorrer ese mundo que nunca nadie ha llegado a pisar, ver más allá de lo que ven sus ojos, con el corazón, que mira que no es poco.
Quiere que la quieran por siempre y de verdad, no pide más que traspasar esa fina capa de gran incredulidad.
Quiere que sus ojos contemplen la eterna felicidad y que su corazón eche a menudo a volar.
Ella es, coleccionista de recuerdos que nunca podrá olvidar. Guarda siempre cada sentimiento, con mucha delicadeza, en un bote de cristal, y a veces, solo a veces le dan ganas de llorar.
Ella vive para crear, imaginar y abrazar a su pequeño mundo de cristal.

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